martes, 1 de noviembre de 2016

5 años: 5 cosas que le diría a mi yo pre-T

Este Halloween se cumplieron 5 años desde que empecé el tratamiento de reemplazo hormonal. 5 años desde esa inyección tan esperada, que imaginé como oro líquido haciendo su magia en mi cuerpo, haciéndome más masculino, más… más yo mismo. Y fue todo lo que deseaba y más, y a la vez tan diferente. Hubo un tiempo en el que me daba pánico la sola idea de no estar en control. Nunca. Y ahora me libera. Mis expectativas se enredaron con lo impredecible y de alguna manera emergí en la otra orilla. No intacto, pero bastante feliz.
Hay tanto que le diría a mi yo pre-T, a esa criatura entusiasmada pero muerta de miedo, a ese bicho raro magnífico y valiente. Le daría un abrazo de esos. Por dios, cómo lo necesitaba.

No hay una sola forma de ser hombre

Quizá te sientas tentado a adoptar determinados estereotipos en la carrera hacia la masculinidad. No lo hagas. No suenan verdaderos.
¿Cómo podés odiar a esa chica extraña que atravesó años de confusión para que vos puedas estar acá hoy? Dale la mano, invitala a subir a esta montaña rusa que es la transición. Ella es parte de vos, una parte que te hace un hombre más fuerte. Tu potencial está en tu proceso, en tu punto de vista único sobre el mundo y el género. Doblá la cuchara. Atrevete a ser tu propio tipo de hombre.

No te aferres a alguien solo porque te acepta

A veces te acepta pero no te ama. A veces sí, pero no se termina de sentir bien. No te convenzas de que nadie más va a desearte. Vas a volver a ser amado. A veces vas a amar también. Pero amate a vos mismo antes. Sos libre. No, no te asustes. La libertad da miedo pero es maravillosa. Practicá la soledad, es un don.

Vas a sobrevivir

En un momento, todo aquello en lo que crees podría derrumbarse como una casa de naipes. Es tan frágil porque no es real. Está bien dejar atrás los espejismos, incluso cuando duele tanto. No habites la rabia, el odio no está en tu naturaleza. No dejes que el dolor se quede más de la cuenta. Salí. Viví. Hay magia ahí afuera. La vas a encontrar; sos un explorador aunque lo hayas olvidado.


La verdad te hará libre

Sé que tu stress alcanza picos insospechados cada vez que tenés que contarle a alguien. Vas a tener que contarle a muchísimas personas, así que mejor que te pongas las pilas. Porque cada vez que lo hagas, te hacés más fuerte en tu identidad. Cada vez que una persona te empieza a llamar por tu nombre elegido, o que un amigo usa los pronombres correctos aunque todavía no te veas tan varonil, algo brilla adentro tuyo en lugares que solían estar sumidos en la más profunda oscuridad. Hay tantas posibilidades espantosas girando enloquecidas en tu cabeza cada vez que entreabrís la puerta del closet. Ninguna de ellas se vuelve realidad, al menos no hasta ahora. La mayoría de la gente no va a entender mucho, pero se esfuerzan para apoyarte. Y se siente bien, incluso si a veces se equivocan o hacen preguntas incómodas. No te enojes, solo tratan de darle sentido a un concepto que nunca antes necesitaron en sus vidas. La mayoría tiene buenas intenciones. Y creéme, vas a poder lidiar perfectamente con los que no. Sos fuerte. No, no fuerte como Vin Diesel, por suerte vas a aprender pronto que la violencia nunca es la forma. Pero hay algo más adentro tuyo, pacífico pero duro como el acero. Vas a estar bien. Y hablar hace todo más fácil.

Oculto o gritándolo a los cuatro vientos

Las confusiones ajenas sobre tu género no van a durar para siempre. Ni siquiera van a durar más de un par de meses. Pronto todos van a leerte como un varón, aunque durante un buen rato vas a verte y sentirte como un adolescente. Quizá olvides la necesidad de hacerles saber que en algún momento fue distinto. Es tu elección, siempre, pero la verdad te hará libre. Todavía podés ocultarlo si surge la necesidad o el temor. Sin embargo, contar tu historia es lo que te va a llevar más lejos. No tengas tanto miedo de dejar tu marca. Es una hermosa huella.

Publicado originalmente en Transgender Universe

Una guerra poco santa

De todas las causas perdidas que he abrazado en mi vida, la peor ha sido la batalla contra mi cuerpo. Odié a mi supuesto enemigo con pasión. Se sentía ajeno, monstruoso, equivocado. Simplemente no podía ser yo mismo en este envase.
Tuve muchas excusas para esta guerra infame. Había una incompatibilidad obvia, en lo que respecta al género. ¿ Cómo podía sentirme bien en un cuerpo femenino? Después de años de odiarme, la respuesta se hizo evidente: modificándolo. Y lo hice, en gran medida. La testosterona no fue una fórmula mágica, pero casi. Pero otra vez me convencí de que sería incapaz de amar un cuerpo tan lejos de ser perfecto. No era suficiente ser un hombre en los ojos de todos. Todavía estaba lleno de defectos. No era una versión argentina de Brad Pitt, musculoso, atractivo y más que bien dotado. Solo un hombre trans que detesta hacer ejercicio. Todavía con tetas ahí donde debería haber un pecho chato. Demasiado peludo, demasiado rellenito, demasiado blando, demasiado trans, demasiado raro. Todo el mundo estaba más allá de mi alcance. Así que castigué a mi cuerpo por no estar a la altura. De adolescente, los castigos eran muy literales: quería sangrar. En mi adultez desarrollé un enfoque más pasivo-agresivo: no lo cuidaba. Comía basura engordante todos los días y después lloriqueaba por estar gordo. Evitaba a los doctores como si fueran la plaga. Fumaba demasiado, me relajaba demasiado poco. Incluso dejé de tener sexo. No estabamos relacionados, ese cuerpo y yo, así que ¿por qué extraería algún placer de él?
Hace poco recibí una advertencia. Tengo 35 y mis últimos análisis de sangre me mostraron que si elijo continuar con esta lucha, no hay chances de salir ileso. Tengo que hacer las paces. Tengo que hacer el enorme esfuerzo de querer y cuidar el único cuerpo que voy a tener en esta vida. El que me permite viajar, amar e incluso escribir estas líneas.
Aceptación parece ser el nombre del camino que me espera. Un camino muy difícil, pero he enfrentado peores.
Todavía siento que no puedo en muchas ocasiones. Todavía me cuesta. Pero de a poco, estoy empezando a entenderlo: soy digno de amor. Con todas mis imperfecciones, soy hermoso. La belleza es ser único. Es diversidad y amor propio. Es esforzarse por ser la mejor versión de uno mismo y dejar que nuestra luz brille en un mundo que, con demasiada frecuencia, es oscuro y hostil. Eso es lo que encuentro bello en los demás.
Necesitamos atrevernos a ser hermosos más allá de la norma. No solo las personas trans o no binarias, sino todos los seres humanos. Todos peleamos guerras contra nosotros mismos a veces. Contra esas cosas, grandes o pequeñas, que nos hacen menos que perfectos.
En lo que a mí respecta, es hora de una tregua. Hora de entender que no somos enemigos, que mi cuerpo y mi mente son uno. Que no ser esa versión idealizada de hombre que cree en mi cabeza no significa que sea un monstruo. Solo significa que soy yo y eso, a su modo, es bellísimo.

Publicado originalmente en Transgender Universe

Ser trans en Buenos Aires: lo bueno, lo malo y lo horrible


Ser trans en Buenos Aires: Lo bueno, lo malo y lo horrible

Lo bueno

El 9 de mayo de 2012, se sancionó una de las Leyes de Identidad de Género más avanzadas del mundo en Argentina. Retoño triunfal de varias organizaciones LGBT+ , reconoce el derecho de cada individuo a expresar su identidad autopercibida de la manera que consideren adecuada y garantiza el acceso gratuito a tratamiento de reemplazo hormonal y cirugías. Define el género como una vivencia interna que puede o no concordar con el sexo asignado al nacer y establece como único requisito para el cambio registral de nombre y género el expresar el deseo de llevarlo a cabo, si se es mayor de edad. Los menores también están contemplados, aunque necesitan el consentimiento de sus padres o representación legal.
No se requieren diagnósticos médicos o psiquiátricos patologizantes, ni cirugías para volver tu cuerpo binario y yermo. Nadie tiene acceso a tu partida de nacimiento original a menos que consiga una orden de la corte en un caso de necesidad extrema, que hasta ahora no ha ocurrido. Si elegís que nadie sepa que alguna vez llevaste otro nombre, la confidencialidad está garantizada.
Se ordena a las instituciones educativas y de salud y a los ámbitos laborales respetar todas las identidades y nombres elegidos, incluso cuando la persona no se haya sometido a cirugía o procedimiento médico alguno ni haya iniciado el trámite de cambio registral.
Los programas de medicina públicos y privados deben brindar opciones completas de tratamiento para personas trans, incluyendo hormonación y todas las cirugías, sin costo alguno ni requisitos más allá del consentimiento del paciente.
Menos de un año después, una resolución hizo la ley extensiva a extranjeros con residencia permanente en el país.
La ley marcó un cambio bienvenido en las vidas de miles de personas trans. Más de 10.000 personas han recibido sus nuevos DNIs en los cuatro años subsiguientes. La temática trans fue catapultada al primer plano y la representatividad en los medios de comunicación ha ido en aumento desde entonces. Más y más personas se vuelven aliados, practicando la empatía con aquellos que una vez fueron vistos como objetos de desprecio y chistes fáciles.
Las organizaciones LGBT+ consideran que esto es solo el principio y continuan luchando por legislación más inclusiva que garantice el acceso al trabajo y oportunidades equitativas para personas trans. Las nuevas generaciones parecen ser muchísimo más abiertas respecto a la diversidad y se están haciendo esfuerzos para capacitar a profesores y médicos para así asegurar el derecho a la educación y la salud. Los bares y fiestas diversos e inclusivos se propagan como un fuego y son muy populares entre la población cis.
En Buenos Aires todo parecería estar mejorando para las personas trans. ¿Pero es así en verdad,, o es solo brillantina?

Lo malo

La realidad no siempre le hace caso a los libros de leyes. En el caso de la Ley de Identidad de Género, el acceso real a la salud sigue siendo una gran deuda. Con eternas carencias de presupuesto y una infraestructura frágil, solo un puñado de hospitales en la capital brindan cuidados específicos, tratamiento hormonal y algunas opciones quirúrgicas. El más renombrado, el  Hospital General de Agudos "Carlos G. Durand", que ha estado históricamente a cargo de los procedimientos de reasignación de género, aun no reconoce la ley y requiere una serie de entrevistas con su psiquiatra de cabecera como parte del protocolo. Otros exigen a los pacientes que paguen parte de los costos de la cirugía de manera privada. En los pocos casos en los que se garantiza la cirugía gratuita estipulada, las listas de espera son infinitas. Las obras sociales y medicinas prepagas todavía no se quedaron sin excusas para cumplir con sus deberes legales. Debido a la casi inexistente capacitación y la falta de experiencia, los resultados de muchas cirugías están muy alejados de lo esperable. No son raros los casos de depresión severa e incluso suicidio después de operaciones tales.
Los vientos cambiantes de la política y el regreso de la derecha en la forma del actual Presidente Macri no han sido favorables para las minorías vulnerables, y lxs trans no hemos sido la excepción. Los consultorios inclusivos en hospitales públicos se enfrentan a cierres inminentes y las fuerzas policiales siguen acosando a las trabajadoras sexuales trans con intensidad renovada. El Obispo de La Plata, en representación de los sectores más conservadores de la Iglesia Católica, ha pedido recientemente al presidente que se derogue la Ley de Identidad de Género.Y aunque la aceptación ha crecido indudablemente, en especial en la capital, millones de argentinos todavía se asquean ante cualquier cosa que salga de su obsoleta concepción de hombre y mujer.

Lo horrible

La violencia contra personas trans está lejos de haberse detenido. Más de cinco mujeres trans fueron asesinadas en la primera mitad de este año. El trabajo sexual sigue siendo la única alternativa para muchas mujeres trans, dejándolas vulnerables a ataques transfóbicos. En los últimos dos años, los crímenes de odio relacionados con género y orientación sexual se han disparado alarmantemente.
La semana pasada fue el primer aniversario del asesinato de Amancay Diana Sacayán, mujer trans y activista LGBT+ que luchó incansablemente por los derechos de las personas trans y se atrevió a enfrentar a la policía, denunciando la violencia que recibió de sus manos. Sus asesinos no han sido condenados. No se ha hecho justicia.
Los crímenes contra individuxs trans suelen caracterizarse por su extrema violencia. Palizas brutales, múltiples puñaladas, torturas. El horror es tan grande que duele ponerlo en palabras. Nos devastan, nos violan, nos matan, aun en un país que defiende nuestro derecho a existir y florecer. Y sin embargo no podemos detenernos a llorar a nuestrxs caídxs, no podemos entregarnos al dolor de nuestras pérdidas. Nunca retrocediendo, jamás rindiéndonos, debemos mantener viva la lucha en su memoria, por un futuro donde no haya más que paz y justicia.

Publicado originalmente en Transgender Universe

martes, 9 de agosto de 2016

Pasaron años y devenires desde la última vez que escribí acá desde mí.
Fui el aftermath de Hiroshima. Fui fénix. Fui Pikachu. El ambiente existía y era una fiesta. Alguna vez para alguien fui una palabra a tiempo, un abrazo o un remedio contra fríos. 
Fui feliz aunque estaba roto.
Fui fugaz. Pasajero eterno, arrancándome de raíz de todo y todos.
Y de tan fugaz, me volví andariego.
El primer viaje fue el amanecer después del dolor paralizante de una traición. No, no es mala poesía. Es literal. La mañana siguiente a enterarme que la supuesta mujer de mi vida me cagaba con un compañero de laburo. Mientras miraba todo mi mundo derrumbarse y mi concepto del amor estallar como una Quilmes de litro en una pelea de boliche, pensé en no ir. Fuck that.
Conocer la Isla fue volver a la magia. Descubrirme alas. Desde entonces fue una sed. De pronto el mundo era inmenso y yo... yo nací para explorarlo. De pronto podía mirar a la cara a los miedos. Aunque a veces ganaran ellos. Pero con mi mirada clavada, haciéndoles saber que tienen fecha de vencimiento. Hice tantas cosas que pensé que jamás haría. Me emborraché en una pista de aterrizaje que cruzaba una isla de punta a punta. Amé en una saliente de roca cubierta de musgo crocante, mirando nacer una cascada. Caminé por dentro de un volcán. Comí un menú entero compuesto por platos a base de trucha, aunque no me gusta el pescado. Atardecí entre Palmeras. Caminé por la Calle de los Suspiros. Me relajé donde el campo se convierte en mar. Me fui a Europa.
Conocí a las personas más inesperadas. Dos hermanos brasileños sexagenarios con los que fumé un porro en el Bolsón. Ella, la primera mujer en un grupo de motoqueros, puro rock. Él, naturalista apasionado. A un puestero de Malargüe que vivía solo en su rancho, despertando cada mañana ante los Castillos de Pincheira. A un narco francés. A una hippie sueca que vivía en una casa cueva. A un nene de 7 años que hablaba inglés de Londres y español andaluz y creía que los terremotos eran causados por monstruos armando rompecabezas. A una alemana que cantaba canciones de Bob Dylan. Un chino con el que vi por primera vez Ámsterdam y que fue extra amable conmigo aunque le había tirado encima mi cerveza sin querer. Tantas caras, tantas formas de recobrar la fe en el universo. Tantas que no puedo detenerme. Hay tantas más ahí afuera. Tantas conexiones inesperadas, tantos caminos. Tantos miedos por vencer.
Quizá sea también un inmaduro. Quizá tenga miedo a quedarme. En algún lugar, en alguien. Quizá prefiera ser la sonrisa efímera a los pies de barro.
¿Pero importa cuando la aventura espera?

domingo, 31 de julio de 2016

Dos Espíritus: celebración de la diversidad en tribus norteamericanas



En la cultura aborigen norteamericana no existía una concepción binaria del género. En la adolescencia, a los miembros de la tribu se les presentaba una decisión. Podían optar por un rol "masculino" en la tribu, cazando y guerreando, o un rol "femenino", con tareas domésticas, confección de tejidos y conservando la memoria de la tribu con canciones. Las personas que elegían un rol que no coincidía con su sexo biológico eran llamadas "Dos Espíritus". Eran muy valoradas porque eran la representación perfecta de las fuerzas masculinas y femeninas. Tener una persona con Dos Espíritus en la tribu era un privilegio por su profunda significancia espiritual y porque podían mediar entre los géneros. Hubo casos de Dos Espíritus muy famosos (tanto hombres como mujeres trans) a quienes veneraban por sus talentos y utilidad a la sociedad.
Después llegaron los europeos, consideraron a los Dos Espíritus sodomitas aberrantes que iban contra la moral cristiana  y los persiguieron y asesinaron. Los denominaron "berdache", que quería decir, a grandes rasgos, esclavo.
Durante mucho tiempo las tribus siguieron protegiendo a sus Dos Espíritus. Cerca del 1900s, incluso se enfrentaron a oficiales el gobierno yanki cuando quisieron obligar a un Dos Espíritus -que había obtenido glorias en el campo de batalla y en cacerías pero que en lo cotidiano vestía ropas femeninas y realizaba las tareas tradicionalmente asignadas a mujeres- a cortarse el pelo y vestirse como hombre. Los oficiales fueron desterrados de la reservación.
Pero los misioneros cristianos también condenaron a los Dos Espíritus y con el tiempo su rol y el respeto que invocaba se fueron perdiendo. Pero ahora, con 135 tribus norteamericanas con casos documentados de Dos Espíritus, se está tratando de volver al respeto por la diversidad entre los indios norteamericanos, recuperar el rol de personas con múltiples géneros (y orientaciones sexuales) y construir una sociedad más inclusiva.

Traducción muy libre: Poética Queer: Cómo hacerle el amor a una persona trans



Olvidate de las imágenes que has aprendido a asociar
A palabras como pija o clítoris,
Pecho y tetas.
Rompé esas palabras para abrirlas
Como un paramédico quebrando costillas
Para bombear sangre a un corazón endeble.
Meté las manos adentro.
Ensuciátelas.
Arañá nuevas definiciones en los huesos.
Deshacete de las viejas palabras por completo.
Inventá palabras nuevas.
Llamalo pítoris o ditto.
Llamalo por el sonido que él hace
cuando rozás tu mano ahí a través de sus jeans.
Cuando podés escuchar su corazón golpeando detrás de sus dientes.
Y cada célula de su cuerpo respira.
Hacé del arco de la espalda de ella un idioma.
Nombrá los huecos de cada una de sus vértebras
cuando se inundan de sudor
como agua de lluvia en una fila de vasos descartables.
Alinea tus dientes con este alfabeto de su columna
para que cada palabra pese con su sal.
Cuando peles las capas de ropa de la piel de él,
No actues como si estuvieras cambiando el vendaje de un paciente de trauma,
Aunque es altamente probable que sea lo que estás haciendo.
No le preguntes a ella si "ya se operó".
No le digas a él que las marcas de aguja en sus muslos se ven dolorosas.
Si te ofrecen un cuerpo que ya ha pasado por un altar de acero quirúrgico
Un sacrificio a quiénes sean los dioses que gobiernan los cuerpos
que requieren cierto ensamblaje extra,
Hagas lo que hagas,
No digas que ese paisaje cuidadosamente esculpido,
con fronteras de rugosas crestas de tejido cicatrizal,
Se ve casi natural.
Si ella te ofrece su esternón,
Muriendo por tallar suaves frutas de sus ramas,
Aunque haya más tejido en el relleno de su corpiño
Que en la carne que se hincha para llenarlo,
Dejala madurar en tus manos.
Imagina si ella hubiese perdido esos bultos
por cáncer o diabetes
un accidente de tránsito en lugar de un accidente de genética.
¿La pensarías menos mujer por eso?
Entonces no la pienses menos que nadie ahora.
Si él te ofrece un brote muscular del tamaño de un pulgar
Que te busca cuando lo besas
Como si quisiera enterrarse en vos tan profundo
Como para arañar su nombre en el fondo de tu corazón,
Aferralo como si pudiera.
En tu mano, en tu boca.
Dentro del nido de tus huesos pélvicos.
Aunque su piel apenas haga poco más que rozarte,
Lo vas a sentir más profundo de lo que crees.
Date cuenta de que los cuerpos son solo una fracción de lo que somos,
un recipiente de formas extrañas para nuestros corazones,
Y honestamente, apenas pueden contenernos.
Forzamos sus costuras cada vez que respiramos.
Somos todo pulso y sudor,
Tejido y terminaciones nerviosas.
Estamos programados para ir a tientas, torpes, hasta que nos salga bien.
Los cuerpos han estado aprendiéndose mutuamente desde siempre.
Es lo que hacen.
Son solo cajas de sorpresas llenas de partes
Y la mitad de la diversión está en descifrar
Todas las maneras diferentes de encastrarlas;
Todos los usos diferentes para caderas y manos,
Lenguas y dientes;
Todas las formas de accidentar nuestros cuerpos hasta hacerlos hermosos.
Pero no podemos olvidar cómo usar nuestros corazones,
Ni aunque tratáramos.
Esa es la parte importante.
No te preocupes por los cuerpos.
Ellos entienden.

http://wildgender.com/queer-poetics-how-to-make-love-t…/2401
Poema de Gabe Moses, cortesía de Genderqueer Chicago.

martes, 14 de octubre de 2014

¿Y qué si sonreímos y cualquier día se vuelve domingo y eso de pronto es algo bueno? Qué si caminamos juntos descifrando bellezas que desafían el concreto?
¿Por qué venís a desafiar mi vocación de lobo regalándome alas?
¿Por qué me mostrarías el blanco incandescente que espera más allá del círculo de sombras en el que me acurruco como un animal herido, a lamer mis heridas una y otra vez (¿será que son menos herida de lo que esperaba? Ya no necesito que duela para sentirme vivo y eso también es un poco vos)?
 ¿Por qué te empeñás -pero escribí te empenás y eso también es cierto- en dibujarme sonrisas con crayones de colores estridentes y lunares? ¿Quién sería yo sin mi tristeza?
Yo solo quería ser isla y vos me estallás en puentes. Los veo formarse: ladrillos olvidados y niebla aquél, por allá hierro ferroviario y durmientes, uno hecho para la procesión de un rajá -todo elefantes enjaezados,mosaicos y minaretes, ancho como un corazón que mira al este. Otro es solo un tronco caído, tan improbablemente enorme que es también una ciudad tallada en madera donde los hombres sueñan con fuego; otro es solo tules, jirones de viento y fe. Ante mi fascinado horror, emerge uno más, parisino, completo con escalinatas y una muchacha que suspira. Trato de sacudírmelos, los confundo con anclas, pero tus puentes se multiplican incansables.
¿Y qué si sigo siendo yo sin mi soledad insular? ¿Y qué si te quiero?